¿Hay que lavar los huevos antes de cocinar?

🥚💦 ¿Hay que lavar los huevos antes de cocinar?

Los Huevos DAGU que se venden en las tiendas españolas pasan por continuos controles de calidad y, por norma, los encontramos limpios.

La cáscara del huevo tiene una protección natural que impide la entrada de microorganismos, olores o humedad.

Por eso, no es recomendable lavarlos si después los vas a guardar en el frigorífico. Si tienes la costumbre de hacerlo, hazlo justo antes de utilizarlos para tus platos.

Y recuerda, los huevos mejor siempre en su estuche y en la nevera. 👍

¿Cómo saber si un huevo está fresco?

Desde alimentacion.es nos cuentan unos trucos para saber si un huevo está fresco:

Y desde el Instituto de Estudios del Huevo nos recuerdan que:

También puedes leer cómo lo explicamos en nuestro blog aquí.

Además, compartimos esta imagen que lo explica de una manera muy sencilla:

image

Guardar huevos, ¿en su caja o en la huevera de la nevera?

Seguro que alguna vez te has hecho esta pregunta: ¿Los huevos, es mejor conservarlos en la caja o ponerlos en la huevera de la nevera? 

Las recomendaciones de los expertos dicen que lo mejor es guardar los huevos en su propio cartón, y nuestros compañeros del Instituto de Estudios del Huevo nos explican el por qué y algunas curiosidades:

  • Mantienes más limpio el refrigerador porque, dentro de la cajita, los huevos no tienen que tocar los estantes ni la huevera de la nevera y tampoco entran en contacto con otros alimentos. Esto es importante porque, como ya te contamos, sólo puedes lavar los huevos justo antes de su consumo.
  • El envase protege los huevos de golpes evita que se mojen por el contacto con alimentos húmedos o con las paredes de la nevera, que a veces condensan agua. Si dejas los huevos en su envase original, éste absorbe el impacto de los pequeños golpes que se pueden producir al abrir y cerrar la nevera, y así se protege la cáscara de fisuras y roturas. 
  • En su caja, el huevo está más aislado de los olores no deseados de la nevera que podrían penetrar a través de los poros del cascarón. Evita poner los huevos cerca de alimentos que desprendan olores fuertes como cebollas, ajos o pescado. 
  • Aunque los huevos DAGU están marcados con la fecha de consumo preferente, no todos los huevos lo están. Si conservas el envase la podrás consultar fácilmente. 
  • La posición de los huevos afecta a la conservación de la frescura de los huevos: En su caja original el lado ancho de los huevos estará arriba y esto asegura que la yema estará bien centrada, ayudando a prolongar su frescura.
  • A pesar de lo que pretenden los fabricantes de refrigeradores, es preferible guardar los huevos en los estantes interiores, no en la puerta. Así minimizas los cambios de temperatura y la agitación y golpes que sufren los huevos cada vez que se abre la puerta. 

Si los huevos están siempre a la misma temperatura, aislados, bien colocados y sin sufrir movimientos se mantendrán en el mejor estado por más tiempo.

Recuerda: los huevos, siempre en su caja.

Cómo saber si un huevo es fresco

La frescura del huevo es uno de los parámetros de calidad determinantes para su comercialización. Por ejemplo, existe un aparato llamado ovoscopio que es un sencillo equipo que permite mirar el huevo al trasluz y vislumbrar la altura de la cámara de aire o detectar algún defecto como las manchas rojizas.

Los huevos frescos pueden estar a la venta durante los 21 días posteriores a la fecha de puesta. En cambio, la referencia para el consumidor es la fecha de consumo preferente que indica el estuche, que es 28 días después de su puesta.

Durante su fase de clasificación, los huevos no son limpiados ni lavados, ni han sido conservados o refrigerados por debajo de los 5ºC.

Con el transcurso del tiempo, el huevo pierde frescura por dos razones:

  • Por la salida de parte del agua que contiene en forma de vapor a través de los poros de la cáscara y esto hace que aumente el tamaño de la cámara de aire y baje el peso del huevo.
  • Y por la eliminación de anhídrido carbónico que produce la pérdida de consistencia de la clara y chalazas, y hace que la yema se descentre.

También es muy importante un correcto almacenamiento y mantener unas condiciones adecuadas de temperatura y humedad. El huevo no debe sufrir cambios bruscos de temperatura (sobre todo de bajas a altas), nunca llegar a la congelación y no “sudar” porque favorecería la proliferación de microorganismos.

Para más información puedes consultar nuestros posts que explican las partes de las que se compone un huevo y el camino que sigue hasta llegar a las tiendas.

Pero cuando estamos en casa y tenemos huevos de hace varios días, ¿cómo podemos comprobar su frescura? Pues con estos 3 sencillos trucos:

  • Sumergiendo un huevo en un bol con agua y sal: Si se queda al fondo, es muy fresco pero si flota, ya no es tan fresco. Cuanto más alto flote, menos fresco es. Puedes ver un ejemplo de cómo se hace en este vídeo.
  • Cascando el huevo: Si la yema flota centrada sobre la clara, es muy fresco. En cambio, si la yema se va descentrando, menos fresco es.
  • Pelando un huevo duro o cocido: comprueba la distancia entre la clara yla cáscara. A menos tamaño de la cámara de aire, más fresco es (fíjate si el huevo tiene una especie de burbuja en su polo más grueso).

Como hemos comentado anteriormente, esto sucede por la eliminación por los poros de la cáscara de vapor de agua (el huevo aumenta su cámara de aire y flota) y de anhídrido carbónico (la clara pierde consistencia, se hace más líquida, se desparrama y la yema no queda centrada).

Si al hacer estas comprobaciones ves que un huevo no es “fresquísimo”, no te preocupes, todavía es apto para su consumo. Desecha aquéllos que floten mucho o que no tengan consistencia. De todas maneras, la mejor referencia es guiarse siempre por la fecha de consumo preferente.

En esta imagen que te ponemos a continuación, puedes ver de una manera muy visual y fácil los diferentes estados de frescura de un huevo:

Infografía extraída de aquí.

Código de trazabilidad del huevo

La trazabilidad permite seguir el rastro de los huevos desde su puesta hasta que llega al consumidor final.

Para ello, el huevo va marcado con un código (con tinta apta para uso alimentario) en el que se especifica el sistema de cría de las gallinas y el país, ciudad y granja de procedencia.

Las granjas deben registrar todos los detalles de la producción: origen del pienso y de las aves, controles sanitarios realizados y demás factores relativos a seguridad alimentaria.

Además, en el centro de embalaje se registra el origen y destino de cada lote expedido y se marca en el envase el registro sanitario, y también en los documentos que acompañan a los huevos en todo momento.

Este código de trazabilidad es de vital importancia ya que si aparece algún problema en cualquier punto de la cadena alimenticia, los huevos pueden ser inmediatamente identificados, localizar su lote, su proveniencia y todos los datos de producción. Para  así analizarlos y, si procede, retirarlos del mercado.

Ésta es una normativa de la Unión Europea y todos los huevos deben llevarlo para su comercialización. En la imagen siguiente puedes ver un esquema que lo explica de manera visual:

Conoce las partes de un huevo

Como recordaréis, la semana pasada hablamos de los pasos que se suceden para la formación del huevo de gallina. Siguiendo ese hilo, en este post de hoy explicaremos las diferentes partes de las que se compone un huevo. Empezamos.

Un huevo pesa por término medio unos 60 gramos, que se reparten en 30% la yema, 60% la clara y un 10% del peso total la cáscara y las membranas.

Ésas son las principales que lo componen pero, en realidad, su composición es más compleja. Si le hiciéramos un corte transversal a un huevo, podríamos distinguir las siguientes partes:

Mirando la imagen, vemos en el centro del huevo una zona anaranjada que es la yema. Está recubierta por la membrana vitelina que es transparente, da forma a la yema y permite que se mantenga separada de la clara. Cuando esta membrana separadora se rompe, la yema se desparrama.

Sobre la yema hay un pequeño disco blanco, llamado disco germinal o blastocito, que es donde se produce la división celular si el huevo está fecundado.

Después podemos ver la clara o albumen. Según su densidad la podemos dividir en dos grandes partes: albumen denso y fluido. Si cascamos un huevo podremos distinguirlos. El denso es sobre el que flota la yema en el centro y la rodea, y el fluido es el más próximo a la cáscara.

Saliendo desde la yema hasta los dos extremos del huevo, existen unos filamentos enrollados responsables de que la yema quede suspendida en el centro: son las chalazas.

Por último se encuentra la cáscara, que protege la integridad física del huevo y actúa como barrera contra las bacterias. Está compuesta en su mayor parte por calcio y pequeñas cantidades de otros minerales, y recubierta por poros que facilitan la “aireación” del huevo, sobre todo en su parte gruesa.

Recubriendo el interior de la cáscara están las membranas testáceas externa e interna. Cuando la gallina pone un huevo, estas membranas están fuertemente pegadas entre sí. Pero, al enfriarse poco después de la puesta (la temperatura corporal de la gallina es de 39ºC), las estructuras internas se contraen y entra aire por los poros de la parte gruesa del huevo y se forma la cámara de aire.

Existe la creencia de que se puede triturar la cáscara del huevo e ingerirla para aprovechar su gran cantidad de calcio, pero no es así. La forma química en la que se encuentra ese calcio no es aprovechable por el organismo humano.

Cómo manipular huevos en la cocina

En el post anterior os hablábamos de qué es la salmonella y de las medidas preventivas que se siguen en las granjas.

Hoy os exponemos unos puntos sencillos pero muy útiles para la manipulación correcta y limpia de los huevos en casa. Son éstos: 

  • Comprar huevos que estén etiquetados y con el código de trazabilidad en la cáscara.
  • Utilizar sólo los huevos que estén limpios y con la cáscara intacta.
  • Consumir los huevos dentro de la fecha de consumo preferente indicada en el envase.
  • El huevo no debe sufrir cambios bruscos de temperatura. No congelarlos.
  • Guardarlos en la nevera después de su compra y mantenerlos allí hasta su consumo.
  • Lavarse las manos antes y después de manipular huevos.
  • Lavar los huevos sólo si se van a consumir de inmediato porque la cáscara del huevo tiene una fina película protectora y al lavarlo pueden introducirse por los poros gérmenes diluidos en el agua.
  • Mantener limpios los utensilios y superficies que van a esta en contacto con el huevo.
  • Evitar el uso  de utensilios de madera o porosos o resquebrajados que sean difíciles de limpiar.
  • No cascar el huevo en el recipiente donde se va a batir.
  • Evitar que el huevo toque la cáscara (no se parar la yema y la clara con la cáscara).
  • No utilizar el mismo recipiente donde se han batido los huevos para servirlo, por ejemplo una tortilla.
  • Evitar el contacto de huevo crudo con alimentos ya cocinados.
  • Las posibles bacterias que pudieran aparecer se eliminan con el calentamiento. Cocinar los alimentos a temperatura suficiente, sobre todo en verano.
  • Mantener refrigerados los platos cocinados con huevo (mayonesa, natillas, tortilla de patatas, etc) y tenerlos a temperatura ambiente el menor tiempo posible.

En verano, huevos sin salmonella

Cuando llega el calor y el verano surgen a menudo las mismas inquietudes. Una de las más habituales es la salmonelosis y, en concreto, el papel del huevo en esta toxiinfección.

Al contrario de lo que se pueda pensar, de las 22 grandes epidemias de salmonelosis de origen alimentario en humanos que ha habido en los últimos 25 años, solamente en 2 de los casos se estimó que el origen del contagio era el huevo. Los otros casos tuvieron como origen más frecuente de la infección alimentos como: carne picada, embutidos, leche natural y sus derivados.

Las salmonelas que afectan a los humanos (principalmente Salmonella Enteritidis y Salmonella Typhimurium) no suelen causar síntomas en las aves, aunque pueden ser portadoras de la bacteria y transmitirla al huevo.

Por ello, desde el año 2005, en las granjas de gallinas ponedoras se aplican unos programas de vigilancia, prevención y control de contaminación por Salmonella.

En ellos se incluyen protocolos de buenas prácticas de higiene en las granjas (cuidado de las aves, bioseguridad de las instalaciones, medidas para los trabajadores, así como para el manejo del pienso y del agua), se hacen controles periódicos para detectar alguna incidencia y corregirla, se vacuna a las gallinas contra la Salmonella y se controla su estado sanitario.

En DAGU se siguen estas buenas prácticas e incluso fabricamos nuestro propio pienso para tener el control de todo el proceso.

Un huevo limpio puesto por una gallina sana no debe albergar salmonelas en su interior.

Citando a Bernard Sauveur del INRA (Instituto Nacional de Investigación Agronómica) de Francia “Un huevo fresco es aquel que no presenta ningún riesgo de provocar una toxiinfección cualquiera que sea el tipo de preparación culinaria a que se le someta”.

El próximo día hablaremos de cómo manipular y conservar en casa de forma segura los huevos y otros alimentos y de las precauciones que debemos tomar.

Una cáscara perfecta para un huevo fresco

Una cáscara sin imperfecciones es la garantía de que el huevo conserva todas sus propiedades naturales hasta el momento del consumo.

Te contamos cómo hacemos para que nuestros huevos salgan desde Guadalajara en perfecto estado y lleguen hasta las tiendas frescos y limpios.

Muchas cosas han cambiado para bien desde que empezamos en 1979. Hoy en día DAGU es un granjero moderno que, además de cuidar de dos millones de gallinas, controla la calidad de los huevos, revisándolos uno por uno (y no es broma).

Para ello cuenta con aliados excepcionales y te queremos presentar a uno de ellos, que nos ayuda en el proceso de selección. Su nombre lo dice todo: crack detector.

Como habrás podido intuir, con esta tecnología comprobamos que cada uno de los huevos tenga la cáscara íntegra y limpia, sin fisuras ni suciedad como plumas o gallinaza. Mediante un sistema acústico escanea toda la superficie del cascarón y separa los que tengan algún defecto.

Los huevos que son finalmente envasados pasan, además, otros controles de calidad y seguridad alimentaria. En menos de 24 horas están disponibles para la venta en centros de distribución alimentaria de toda España peninsular.