Siempre hay que seguir unas buenas indicaciones en el manejo de los alimentos para manipularlos de manera correcta. Por eso, vamos a aprender gracias a la campaña “El huevo, de etiqueta” unos trucos para que consumamos huevos de manera totalmente segura, incluso en verano o épocas de calor.
Los huevos con las indicaciones obligatorias en su cáscara y etiquetado cumplen con los requisitos del modelo europeo de producción.
En ellos se marca la fecha de consumo preferente, que indica el tiempo durante el que un huevo puede considerarse fresco. Esto solo se aplica a un huevo que tenga su cáscara limpia e intacta (sin fisuras ni roturas), y que haya estado bien conservado (en el frigorífico tras la compra).
Si los huevos no llevan marcada en la cáscara la fecha de consumo preferente podrás encontrarla en su envase. Guárdalos allí para tener siempre disponible esa información.
Un huevo se considera fresco hasta los 28 días después de la puesta si ha estado bien conservado (sin cambios térmicos bruscos y en el frigorífico después de la compra).
Una vez cascado, el huevo debe cocinarse o consumirse a la mayor brevedad posible. Al ser un alimento muy nutritivo, si no se conserva y manipula correctamente puede contaminarse fácilmente con microorganismos del entorno, lo que haría su consumo poco seguro.
Resumiendo, debemos tener en cuenta estas ocho indicaciones:
- No lavar los huevos para guardarlos en la nevera, sólo si los vas a consumir inmediatamente.
- Conservarlos en el frigorífico, así permanecerán frescos más días.
- Mantenerlos en el estuche, mira sus beneficios.
- Lavar los huevos (si te apetece, no es necesario en muchos casos) sólo antes de usarlos.
- No separar clara y yema con la cáscara.
- No cascar los huevos donde se vayan a batir.
- Las nubes de la clara son indicios de frescura.
- La yema con mancha roja es apta para el consumo, aquí te lo explicamos.
También puedes leer estas otras recomendaciones muy útiles para la manipulación correcta y limpia de los huevos en casa.