Ninguna. Así es, aparte del color, no hay ninguna diferencia en cuanto a calidad o propiedades nutritivas del huevo.
Que la cáscara del huevo sea marrón o blanca, según la raza de la gallina, depende del depósito en su matriz cálcica de unos pigmentos llamados porfirinas. Los diferentes niveles de coloración (tonos de marrones) también se deben a las particularidades de cada gallina.
En la intensidad o el color de la cáscara del huevo no influye ni la alimentación ni el sistema de cría de las gallinas.
Resumiendo: una gallina blanca pone huevos blancos; una gallina morena, huevos morenos; y una gallina muy morena, huevos más oscuros. En la actualidad, la mayoría de las gallinas en España son morenas, por eso los huevos morenos son los más habituales.
La frescura del huevo es uno de los parámetros de calidad determinantes para su comercialización. Por ejemplo, existe un aparato llamado ovoscopio que es un sencillo equipo que permite mirar el huevo al trasluz y vislumbrar la altura de la cámara de aire o detectar algún defecto como las manchas rojizas.
Los huevos frescos pueden estar a la venta durante los 21 días posteriores a la fecha de puesta. En cambio, la referencia para el consumidor es la fecha de consumo preferente que indica el estuche, que es 28 días después de su puesta.
Durante su fase de clasificación, los huevos no son limpiados ni lavados, ni han sido conservados o refrigerados por debajo de los 5ºC.
Con el transcurso del tiempo, el huevo pierde frescura por dos razones:
Por la salida de parte del agua que contiene en forma de vapor a través de los poros de la cáscara y esto hace que aumente el tamaño de la cámara de aire y baje el peso del huevo.
Y por la eliminación de anhídrido carbónico que produce la pérdida de consistencia de la clara y chalazas, y hace que la yema se descentre.
También es muy importante un correcto almacenamiento y mantener unas condiciones adecuadas de temperatura y humedad. El huevo no debe sufrir cambios bruscos de temperatura (sobre todo de bajas a altas), nunca llegar a la congelación y no “sudar” porque favorecería la proliferación de microorganismos.
Pero cuando estamos en casa y tenemos huevos de hace varios días, ¿cómo podemos comprobar su frescura? Pues con estos 3 sencillos trucos:
Sumergiendo un huevo en un bol con agua y sal: Si se queda al fondo, es muy fresco pero si flota, ya no es tan fresco. Cuanto más alto flote, menos fresco es. Puedes ver un ejemplo de cómo se hace en este vídeo.
Cascando el huevo: Si la yema flota centrada sobre la clara, es muy fresco. En cambio, si la yema se va descentrando, menos fresco es.
Pelando un huevo duro o cocido: comprueba la distancia entre la clara yla cáscara. A menos tamaño de la cámara de aire, más fresco es (fíjate si el huevo tiene una especie de burbuja en su polo más grueso).
Como hemos comentado anteriormente, esto sucede por la eliminación por los poros de la cáscara de vapor de agua (el huevo aumenta su cámara de aire y flota) y de anhídrido carbónico (la clara pierde consistencia, se hace más líquida, se desparrama y la yema no queda centrada).
Si al hacer estas comprobaciones ves que un huevo no es “fresquísimo”, no te preocupes, todavía es apto para su consumo. Desecha aquéllos que floten mucho o que no tengan consistencia. De todas maneras, la mejor referencia es guiarse siempre por la fecha de consumo preferente.
En esta imagen que te ponemos a continuación, puedes ver de una manera muy visual y fácil los diferentes estados de frescura de un huevo:
A veces vemos manchas rojizas o marrones en el interior del huevo, sobre todo en la yema. Éstas son células epiteliales que se han desprendido del oviducto al formarse el huevo.
No te preocupes, estos huevos son perfectamente aptos para su consumo. Pero, si quieres, puedes retirar fácilmente esas “manchitas” con la punta de un cuchillo.
Si en el proceso de clasificación del huevo (antes de su embalaje) se ven al trasluz esas manchas, no es considerado de categoría A.
Esto sucede cuando la gallina ha generado en una misma ovulación dos óvulos, es decir, dos yemas. Lo común es que solamente sea una yema y que esto suceda en aves en el principio de su período de puesta.
Como curiosidad, si este huevo fuera fecundado, nacerían dos polluelos del mismo cascarón. En las personas ocurre lo mismo en el caso de los mellizos.
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