¿Se pueden congelar huevos?

dondedijehuevodigodagu:

La respuesta es sí y no. Todo depende de la “forma” en la que estén esos huevos. Lo explicamos:

  • Huevo entero crudo (en cáscara): NO. Cuando un alimento se congela, se expande, y eso haría que se rompiera la cáscara.
  • Huevo entero crudo (sin cáscara): , pero sólo si está batido.
  • Huevo duro / cocido: . Aunque no es muy recomendable porque el huevo pierde calidad, textura y gusto.
  • Yemas: NO porque pueden reventar al congelarse y pierden su textura y propiedades funcionales (se espesan con zonas que se congelan irreversiblemente). si las congelas batidas con una pizca de sal o una cucharadita y media de azúcar por cada 4 yemas, si ya sabes si las utilizarás para una receta salada o dulce.
  • Claras: . Las puedes congelar batidas ligeramente (pierden un poco de funcionalidad).
  • Yemas cocidas: . Coloca con cuidado las yemas en una sola capa en una cazuela y agrega agua hasta cubrirlas. Tapar y llevar rápidamente a ebullición. Retira del fuego y deja reposar las yemas, tapadas, en el agua caliente unos 12 minutos. Retira las yemas con una espumadera, escurre bien y congela.

Asegúrate de que el recipiente es hermético. También es muy útil que apuntes en el envase la fecha de congelación y la cantidad de huevo. Pueden durar hasta un año.

Y recuerda, nunca se debe volver a congelar un alimento que ya ha sido descongelado. Para descongelar es mejor hacerlo en la nevera la noche anterior, nunca a temperatura ambiente. Una vez descongelados, utilízalos inmediatamente.

En la imagen puedes ver un huevo duro congelado.

             

Completamos nuestra información sobre si se pueden congelar los huevos con este otro artículo:

Cómo prevenir intoxicaciones en verano

Compartimos con vosotr@s este artículo de la aecosan sobre cómo prevenir intoxicaciones alimentarias en verano o épocas de calor:

Las enfermedades de transmisión alimentaria, también conocidas como “toxiinfecciones alimentarias” son aquellas patologías que se producen por la ingestión de alimentos contaminados con agentes biológicos o sus toxinas.

Estos procesos están causados por la ingestión de distintas formas vitales de bacterias, virus o parásitos. Así, la enfermedad puede estar causada por la ingestión de bacterias o virus vehiculados en el alimento (infección), o de toxinas producidas por aquéllas previamente formadas en el alimento (intoxicación), o por formas parasitarias en fases concretas de su ciclo evolutivo (infestación).

Ejemplos de las primeras, infecciones serían la Salmonelosis y la Hepatitis A; de las intoxicaciones por ingestión de toxina preformada, el Botulismo y la gastroenteritis por Enterotoxina Estafilocóccica; y de las parasitosis, la Triquinelosis y la Anisakiasis.

Los procedimientos de control e inspección de procesos y alimentos que se llevan a cabo de manera sistemática han demostrado resultar muy eficaces en la prevención de muchos de estos problemas. Sin embargo, en muchos casos el consumidor es el verdadero artífice de las prácticas correctas de higiene en la fase terminal de la cadena alimentaria. También resulta de gran importancia que el consumidor, en su opción de compra y en sus hábitos alimentarios contribuya a mantener el nivel y garantías de inocuidad alcanzados en las fases previas de la cadena.

Para ello, puede resultar de utilidad recordar algunos conceptos básicos. Ante todo, no olvidemos que la contaminación microbiana, incluso elevada, no tiene por qué manifestarse en el deterioro del alimento. La apariencia, no basta.

Los microorganismos son seres vivos: se alimentan, se reproducen y se relacionan con su entorno. Necesitan, por tanto, que el alimento que les sirve de vehículo y de hábitat les brinde unas condiciones favorables: Disponibilidad de nutrientes, temperatura adecuada, entorno no agresivo (condiciones de acidez, salinidad, humedad)…. en tales condiciones, eubióticas, favorables a la vida, si les concedemos el tiempo necesario, se reproducirán, a velocidad inusitada, alcanzando dosis infectantes; producirán toxinas aquellos que son toxigénicos…. en definitiva, convertirán un alimento inocuo en un producto peligroso. Si las condiciones del medio resultasen adversas, algunos pueden adoptar formas vitales de resistencia, como las esporas o esporos, que germinarán cuando aquéllas mejoren dando lugar a formas infectantes.

¡Debemos y podemos evitarlo!

Los meses de verano constituyen una época especialmente crítica, porque las altas temperaturas favorecen el desarrollo de microorganismos. Asimismo, en esta época hay una mayor tendencia a comer fuera de casa. Por ello, la Agencia Española de Consumo Seguridad Alimentaria y Nutrición, recomienda la observación de las siguientes normas, basadas en las Reglas de Oro para la preparación higiénica de los alimentos de la Organización Mundial de la Salud. La adopción de estas sencillas precauciones evitará numerosas enfermedades provocadas por una inadecuada manipulación o conservación de los alimentos.

1. Consumir alimentos que hayan sido tratados o manipulados higiénicamente.

No se debe consumir leche sin tratamiento térmico (leche cruda). Las carnes, pescados y productos de repostería deben estar refrigerados o congelados. En los establecimientos de restauración es obligatorio el empleo de ovoproductos en la elaboración de mayonesas, salsas, cremas, etc. Si prepara estos alimentos en casa, deberá consumirlos inmediatamente, no aprovechar las sobras y mantener la conservación en frío. Si lava los huevos antes de utilizarlos, porque éstos tienen restos de suciedad, debe hacerlo inmediatamente antes de su uso.

2. Cocinar correctamente los alimentos.

Los alimentos pueden estar contaminados por microorganismos. Si los alimentos se cocinan bien, estos microorganismos pueden ser destruidos por el calor. La temperatura a la que debe someterse el alimento debe ser suficiente para que alcance un mínimo de 70º C en el centro del producto.

3. Consumir los alimentos inmediatamente después de ser cocinados.

Es la mejor manera de evitar la proliferación de los gérmenes. No dejar nunca los alimentos cocinados a temperatura ambiente.

4. Un alimento cocinado, es un alimento higienizado.

Los alimentos que no puedan ser consumidos inmediatamente o las sobras que se quieran guardar, deben mantenerse bajo la acción del calor, por encima de 60º C, o del frío, a 7º C como máximo.
Si va a consumir pescado crudo o poco cocinado (preparaciones culinarias como los boquerones en vinagre)  en casa, hágalo después de haberlo mantenido congelado durante varios días.

5. Calentar suficientemente los alimentos cocinados.

Para conservarlo después de su preparación, puede mantener caliente hasta su consumo aquellos alimentos que lo permitan (sopas, purés, guisos…). Otro tipo de alimentos que no puedan ser sometidos a calor (ensaladas, gazpachos, etc.), deben ser refrigerados inmediatamente.
No siempre es posible aprovechar sobras de una comida anterior, pero si decide hacerlo, caliente dichas sobras a la temperatura máxima antes de consumirlo.

6. Evitar el contacto entre los alimentos crudos y los cocinados.

Un alimento cocinado puede volver a contaminarse por contacto con los alimentos crudos o con objetos que anteriormente hayan contactado un alimento crudo (cuchillos, tablas, superficies, trapos, etc.). El trapo de cocina o la bayeta puede ser un excelente vehículo de contaminación. Es preferible usar papel de cocina.

7. Asegurar una correcta higiene de la persona que va a manipular los alimentos y una limpieza adecuada en todas las superficies de la cocina.

La persona que manipule alimentos, debe observar unas estrictas prácticas higiénicas. Es imprescindible que tenga las manos siempre limpias, que las lave cada vez que haga falta y siempre que haga uso del servicio.
Es muy importante hacer la limpieza de la cocina diariamente, como mínimo. Tener especial cuidado en almacenar la basura en recipientes lisos, lavables y cerrados y que éstos no se encuentren cerca de los alimentos.

8. Mantener los alimentos fuera del alcance de insectos, roedores y animales de compañía.

No hay que olvidar que los animales pueden ser portadores de gérmenes patógenos y parásitos que originan enfermedades de transmisión alimentaria.

9. Utilizar exclusivamente agua potable.

El agua potable no es sólo imprescindible para beber, sino también para preparar los alimentos. Debe tener exclusivamente estos dos orígenes: aguas envasadas o aguas de la red pública de distribución en la población. No se debe beber ni usar agua procedente de pozos que no esté potabilizada.

10. No consumir alimentos perecederos que estén expuesto a temperatura ambiente.

En bares, cafeterías, restaurantes, etc., todos los alimentos deben estar protegidos por vitrinas y conservados en condiciones sanitarias adecuadas. Deben estar refrigerados siempre que sea preciso. Estas medidas deben ser exigidas por el consumidor, y cuando se observe que no se cumplen, los alimentos deben ser rechazados.

Aprende a manejar el huevo de la forma más segura

Es uno de los alimentos más versátiles en nuestras
cocinas, pero también uno de los más sensibles a la contaminación debido a su
riqueza en nutrientes. Para consumir huevo de forma correcta y segura, es necesario
seguir unas buenas prácticas de manejo y conservación que no todo el mundo
conoce
.

¿Hay que guardar los huevos en el frigorífico? ¿Debemos lavarlos antes de
guardarlos? ¿Se pueden mantener alimentos cocinados con huevo a temperatura
ambiente? La campaña “El huevo, de etiqueta” de INPROVO (Organización
Interprofesional del Huevo y sus Productos) te ayuda a resolverlas.

Buenas prácticas de manejo del huevo

El Modelo Europeo de Producción implica un importante esfuerzo de los
productores para llevar a nuestras casas huevos frescos y seguros. Sin embargo, todas
las precauciones adoptadas para garantizar la higiene y la seguridad alimentaria en el
proceso de producción del huevo pueden resultar inútiles si no se manipula
correctamente antes de su consumo
.

Tras la compra debemos preservar su frescura y calidad manteniéndolos entre 1ºC y
10ºC. ¿El lugar ideal? El frigorífico. Guárdalos sin lavar y, a ser posible, en su estuche.
Así mantendrás la protección natural de la cáscara del huevo frente a
microorganismos externos, olores extraños o humedad. Además, siempre tendrás a
mano la información importante del etiquetado, como la fecha de consumo
preferente (que no es obligatorio indicar en la cáscara del huevo, pero sí en el envase).
El envase protege también al huevo de los cambios de temperatura que se producen
cuando abrimos frecuentemente el frigorífico.

Esta variación térmica, especialmente de frío a calor, no es buena para el huevo. Por
esta razón no se refrigeran durante su distribución ni en el punto de compra. En casa,
saca del frigorífico solo los huevos que necesites. Antes de utilizarlos, desecha los
sucios, rotos o agrietados. Puedes lavarlos antes de su uso, nunca para guardarlos
después.
Además, es recomendable confirmar que están en el plazo marcado por la
fecha de consumo preferente.

Limpia bien las manos, superficies y utensilios de cocina antes y después de
manipular el huevo.
Procura no cascar los huevos en borde del recipiente donde los
vayas a batir, para evitar que caigan trocitos de cáscara. No separes la clara y la yema
con la cáscara
, porque esto facilita que cualquier posible contaminación exterior que
hubiera en ella se diluya en la parte comestible del huevo.

¿Y la salmonela?

Los productores de huevos comerciales mantienen sus granjas libres de
enfermedades aplicando medidas de bioseguridad, higiene y de prevención de la
contaminación de las aves
. En España, las gallinas ponedoras se vacunan
obligatoriamente contra la salmonela. Además, se realizan análisis periódicos, de los
propios productores y de los inspectores oficiales.

La salmonela provoca una toxiinfección alimentaria (salmonelosis) cuando se
reproduce en alimentos que no se han manipulado higiénicamente. Para evitarla,
además de los consejos anteriores, conviene recordar unas normas básicas:

  • Consume huevos procedentes de granjas registradas y controladas: lo sabrás
    porque llevan información obligatoria en su envase y en su cáscara.
  • Conservar refrigerados los alimentos, frescos o cocinados: la salmonela
    puede multiplicarse a una gran velocidad en alimentos frescos, especialmente en
    verano cuando se dejan a temperatura ambiente. No olvides guardar lo antes posible
    los platos y las salsas elaborados con huevo en el frigorífico, tanto si son caseros
    como industriales.
  • Cocinar a temperatura suficiente los platos con huevo: Cocinar a 70ºC o más
    garantiza la eliminación de la salmonela. Los platos que no se vayan a consumir de
    forma inmediata deben mantenerse calientes, o en refrigeración si se trata de
    platos fríos que tengan que conservarse durante un tiempo antes de su consumo.
    Hay que cuidar la higiene, el tiempo y la temperatura en la preparación y
    conservación de platos con huevo que no se consuman inmediatamente tras su
    elaboración.
  • Evitar la contaminación cruzada: el recipiente o el cubierto utilizados para
    batir los huevos, por ejemplo, no deben ponerse en contacto con la tortilla ya
    hecha. Tampoco se debe cascar el huevo en el recipiente que emplearemos después
    para batirlo, cocinar o servir los alimentos ya preparados.

Manejo y conservación del huevo en la cocina

Siempre hay que seguir unas buenas indicaciones en el manejo de los alimentos para manipularlos de manera correcta. Por eso, vamos a aprender gracias a la campaña “El huevo, de etiqueta” unos trucos para que consumamos huevos de manera totalmente segura, incluso en verano o épocas de calor.

Los huevos con las indicaciones obligatorias en su cáscara y etiquetado cumplen con los requisitos del modelo europeo de producción.

En ellos se marca la fecha de consumo preferente, que indica el tiempo durante el que un huevo puede considerarse fresco. Esto solo se aplica a un huevo que tenga su cáscara limpia e intacta (sin fisuras ni roturas), y que haya estado bien conservado (en el frigorífico tras la compra).

Si los huevos no llevan marcada en la cáscara la fecha de consumo preferente podrás encontrarla en su envase. Guárdalos allí para tener siempre disponible esa información.

Un huevo se considera fresco hasta los 28 días después de la puesta si ha estado bien conservado (sin cambios térmicos bruscos y en el frigorífico después de la compra).

Una vez cascado, el huevo debe cocinarse o consumirse a la mayor brevedad posible. Al ser un alimento muy nutritivo, si no se conserva y manipula correctamente puede contaminarse fácilmente con microorganismos del entorno, lo que haría su consumo poco seguro.

Resumiendo, debemos tener en cuenta estas ocho indicaciones:

  • No lavar los huevos para guardarlos en la nevera, sólo si los vas a consumir inmediatamente.
  • Conservarlos en el frigorífico, así permanecerán frescos más días.
  • Mantenerlos en el estuche, mira sus beneficios.
  • Lavar los huevos (si te apetece, no es necesario en muchos casos) sólo antes de usarlos.
  • No separar clara y yema con la cáscara.
  • No cascar los huevos donde se vayan a batir.
  • Las nubes de la clara son indicios de frescura.
  • La yema con mancha roja es apta para el consumo, aquí te lo explicamos.

También puedes leer estas otras recomendaciones muy útiles para la manipulación correcta y limpia de los huevos en casa.

MANEJO Y CONSERVACIÓN DEL HUEVO

¿Por qué los huevos han cogido olor de otro alimento en el frigorífico?

Nuestros compañeros de

“El huevo, de etiqueta”

nos han recordado que no guardemos en la nevera, junto a los huevos, alimentos que desprendan un fuerte olor (como el pescado, por ejemplo) porque lo absorberán enseguida 😉

image

Los 10 mandamientos del huevo frito perfecto

srjaviersanchez:

Un tío muy sabio dijo en una ocasión: “Uno puede saber cómo cocina alguien solamente viendo cómo hace los huevos fritos. Si es de estos que los preparan de cualquier manera, será un desastre en la cocina. Si, por el contrario, los sirve con la yema perfectamente hecha y con la clara en su punto, será un buen partido en los fogones”.

No busquéis en Google, la frase es de un señor que tenía un bar en un pueblo de León. Como a éste ya no se le puede localizar (quién sabe que fue de su negocio), hemos hablado con David Delgado, propietario del puesto Granja Malasaña del Mercado de San
Ildefonso (Madrid), que ofrece una exquisita y variada oferta de gastronomía
tradicional reinventada, con, sí, el huevo como protagonista. Aquí van sus 10 mandamientos.

Utiliza un huevo de calidad, por Dios. “Es fundamental, lo más importante es la calidad y la frescura”, sentencia Delgado.

La sartén, cuanto más honda, mejor. ¿Qué es eso de hacer huevos fritos en una plancha?, ¿hola?, ¿estamos locos? Delgado nos explica que cuánto más honda mejor: “Yo utilizo la sartén parisién de 15 centímetros de alto”.

Aceite, como para una boda. Abundancia. Que no falte. Esto es esencial para que el huevo quede totalmente envuelto y se fría bien. Sobre la variedad, Delgado recomienda que sea de oliva, virgen extra y que no tenga demasiada potencia de sabor.

Echa el huevo cuándo el aceite empiece a humear. “Debe estar bastante caliente, como a 180 grados. El punto óptimo es ése en el que el aceite empieza a humear. Eso sí, sin que llegue a quemarse”, cuenta Delgado.

Cáscalo en un lateral de la propia sartén. “Bueno, si tienes miedo de que te caiga algún trozo de cáscara, puedes hacerlo en un plato al lado”. Y deposítalo con CUI-DA-DO en la sartén. No lo lances desde lejos, que vas a montar una…

Pon sal DOS veces. ¿Mande? Sí, lo ideal es echar un poquito de sal fina en el momento en el que estamos friendo el huevo. Y una vez que lo sacamos y lo escurrimos bien de aceite, le ponemos unas escamas de sal gorda.

Cocina el huevo durante 25 segundos. Eso es lo que tardará siempre que el aceite esté caliente y no hagamos cosas raras con el fuego.

Saca el huevo con capota y con puntilla. Si somos obedientes y hemos añadido abundante aceite, el huevo saldrá con esa capota bajo la que nos espera una yema redonda y líquida. Y, sí, la puntilla es importante y el huevo debe tenerla: “La puntilla es una reacción que hace la propia proteína del huevo y que le da un sabor tostado que está delicioso”, explica Delgado.

El pan ideal para mojar es… “un pan de hogaza con buena miga y corteza crujiente. Yo soy muy partidario de los panes de cereales como el centeno y también me gusta cómo queda el huevo frito sobre un mollete”.

El complementeo ideal para un huevo frito es… “la trufa fresca rallada, ya sea negra o blanca”, ¿Qué hambre, verdad, amigos?

También te puede interesar leer:

Los 10 mandamientos del cachopo perfecto

Los 10 mandamientos de la tortilla de patata perfecta

Los 10 mandamientos de la paella perfecta

Los 10 mandamientos de la ensaladilla rusa perfecta

Los 10 mandamientos de la croqueta perfecta

Los 10 mandamientos de las albóndigas perfectas

Los 10 mandamientos de los calamares fritos perfectos

Los 10 mandamientos del cocido madrileño perfecto

Trucos para batir bien el huevo

Parece una cosa sencilla y lógica, pero… ¿Cuáles son tus trucos?

  • Escoge el recipiente donde los vas a batir: puede ser una taza, un bol o un plato hondo. Depende del plato que vayas a preparar, de la cantidad de huevos que utilices o de si después le añadirás al huevo otro alimento (unas patatas para la tortilla, por ejemplo).
  • También hay gustos para elegir con qué los batirás: con un tenedor, o con una batidora de varillas manual o eléctrica.
  • ¿Hasta qué punto bates lo huevos? Por ejemplo, si vas a hacer una tortilla francesa puedes batirlos hasta que salga espumita. O si vas a usar el huevo para pintar unas empanadillas, no los batirás tanto para que no coja aire.
  • Si vas a cocinar una tortilla o hacer un bizcocho, tampoco es lo mismo batir el huevo entero o hacerlo con clara y yema por separado. Para que quede más esponjoso, puedes batir las claras incluso hasta punto de nieve y luego añadirle las yemas.
  • Otro consejo es echar la sal u otras especias o alimentos cuando el huevo está ya batido, y después mezclar bien.

Como veis, el huevo es infinito!

image