Hace unos días comentábamos en este post el enfado del huevo por “ciertas cosas que dicen de él que no son verdad”. Hoy le vamos a ayudar a aclarar la primera de todas las dudas: el colesterol.
Existe la creencia de que hay que disminuir el número de huevos que se consumen a la semana porque aumentan los niveles de colesterol. Nada más lejos de la realidad.
Los numerosos estudios científicos que se han venido realizando en los últimos 20 años demuestran que no existe una relación causa-efecto entre el colesterol ingerido por consumo de huevos y el riesgo de padecer alguna enfermedad cardiovascular.
Veamos. En nuestra dieta (lo que comemos diariamente), los principales responsables del aumento de los niveles de colesterol en sangre (sobre todo del “malo” o LDL) son las grasas saturadas y las grasas parcialmente hidrogenadas o trans.
Y tú te preguntas “cómo puede ser si el huevo tiene colesterol…”. Sí, es cierto. Un huevo de tamaño “M” contiene unos 200mg de colesterol, pero… Ahí viene su particularidad.
La mayoría de los alimentos ricos en colesterol también suelen ser ricos en grasas saturadas, pero en el huevo no es así. Un huevo tiene más grasas insaturadas que saturadas y un total de 70 calorías si es de tamaño medio (M). Además, debido a su contenido en fosfolípidos, que interfieren en la absorción del colesterol, un huevo tiene muy poco efecto sobre los niveles de éste en sangre.
Es decir, que cuando te haces un análisis de sangre y ves que te han aumentado los niveles de colesterol, no ha sido por comer huevos y no tienes que renunciar a comerlos.
Gracias a los estudios epidemiológicos recientes, realizados en grandes grupos de población, se ha definido la recomendación de que las personas sanas pueden comer un huevo al día y las que padezcan hipercolesterolemia u otra dislipemia pueden consumir dos o tres a la semana, ya que han demostrado que no existe relación entre su consumo y la aparición y desarrollo de enfermedades cardiovasculares.
-Y si tengo niveles altos de colesterol, ¿qué hago? Pues las recomendaciones generales serían: mantener un peso adecuado, seguir una dieta variada y equilibrada (disminuyendo el consumo de alimentos con grasas saturadas y grasas trans), hacer ejercicio con regularidad y no fumar. En estos casos también hay que tener en cuenta los factores genéticos y, por supuesto, seguir las pautas y recomendaciones de nuestro médico.
Estas informaciones se basan en las recomendaciones del Consejo Asesor del Instituto de Estudios del Huevo, la American Heart Association, y otros organismos de referencia nacionales e internacionales.